Hoy quiero hablarte de creatividad, pero no desde el arte o la innovación tecnológica, sino como una herramienta vital para nuestra vida profesional y personal. Porque ser creativo no significa solo pintar un cuadro o inventar algo nuevo. Significa encontrar maneras distintas de afrontar los problemas, de adaptarnos y de salir fortalecidos de los retos.
Imagina que tuvieras que resolver un problema con los mismos recursos de siempre. Lo más probable es que llegues a la misma solución de siempre. Pero cuando nos permitimos pensar fuera de la caja, aparecen caminos nuevos.
Recuerdo una sesión de formación con un equipo que estaba bloqueado en un proyecto. Habían intentado lo mismo una y otra vez. Les propuse algo muy sencillo: cambiar de perspectiva. En vez de preguntarse “¿cómo resolvemos esto?”, les pedí que pensaran “¿cómo lo resolvería un niño de 8 años?” o “¿cómo lo vería alguien que nunca ha trabajado en este sector?”. De repente, se llenaron de ideas frescas.
Y aquí quiero conectar creatividad con resiliencia. Porque ser resiliente no es solo resistir, es reinventarse, es buscar nuevas formas de avanzar cuando todo parece bloqueado. Y ahí la creatividad se convierte en nuestra mejor aliada.
Te propongo un ejercicio: la próxima vez que tengas un problema, escribe al menos 5 soluciones posibles, incluso las más locas. No las juzgues. Solo después, elige la que tenga más sentido. Este simple hábito abre tu mente y entrena tu flexibilidad.
La creatividad no es un talento reservado para unos pocos: es una habilidad que todos podemos cultivar. Y cuando la ponemos al servicio de nuestra resiliencia, nos volvemos capaces de atravesar los retos con más confianza y menos miedo. Así que te invito a que esta semana experimentes: prueba un camino nuevo, cambia la forma en la que enfrentas un problema y date permiso para sorprenderte.
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