Tu razón de ser, el motivo que te mueve cada día, tu razón de existir. Es lo que se conoce como Ikigai (iki, “vida” y gai, “que merece la pena”), el secreto de los japoneses para vivir una vida larga, plena y feliz.
Hace tiempo preguntaron a los habitantes de Okinawa, el pueblo con mayor número de habitantes centenarios del mundo, cuál era su secreto. Todos coincidían en que la razón de sus ganas de vivir residía en encontrar su Ikigai, su motivación vital, su misión, aquello que les daba fuerzas para levantarse de la cama cada mañana.
Y es que el objetivo último no es encontrar la felicidad, sino en identificar aquello en lo que eres bueno, lo que te da placer hacerlo y además, aporta algo al mundo.
Todos tenemos un Ikigai
Cada uno nace con un don, un talento especial; ya sea relacionado con el arte en sus distintas manifestaciones, la música, escribir, los idiomas, interpretar un personaje, hablar en público, las relaciones con los demás..
¿Cuál es el tuyo?
Es algo que ya hacías de niño y ni tan siquiera valorabas porque para ti era “normal”, pero que te hacía destacar entre los demás.
Y seguramente con los años, lo hayas olvidado, incluso en más de una ocasión te has preguntado ¿Qué hago con mi vida?
Si quieres encontrarlo..
Hazte estas 4 preguntas
¿Cuál es mi elemento?
Fíjate, es aquello que haces con facilidad, de forma natural, y que cuando lo haces te sientes tan cómodo.
Una forma de darte cuenta es observando tu cuerpo. Tu cuerpo te habla pero no siempre le escuchas, porque tu mente suele estar en otros pensamientos, del pasado, del futuro. Muy poco tiempo está aquí y ahora, en este preciso instante, dándote cuenta de lo que sucede, cómo te sientes, si alguna parte de tu cuerpo está más tensa.
¿Con qué actividades se me pasa el tiempo volando?
Aquello que te hace perder la noción del tiempo, que cuando lo haces fluyes y te hace sentir en plenitud, aunque sea sólo un espacio de tiempo muy concreto. Es un indicador suficiente para darte cuenta de cuál es tu Ikigai.
¿Qué te resulta fácil hacer?
Hay quienes tienen una gran facilidad para recordar datos y aprender textos de memoria, otros tienen muy buen oído para las notas musicales, cantar o componer una melodía, otros manifiestan una gran sensibilidad para fotografiar, dibujar, cuidar niños o tienen un arte especial en la cocina.
Hay quienes sienten una profunda empatía por los demás o tienen una gran intuición para los negocios o una incansable necesidad de conocer nuevas personas y expandirse.
Indaga, toma nota.
¿Qué te gustaba hacer cuando eras niño?
Haz un repaso de tu infancia, te dará muchas pistas para reconocer tu Ikigai.
Tal vez estabas más en actividades intelectuales o tal vez gustaba más experimentar, descubrir algo nuevo o crear a través del arte, el dibujo, el diseño o la poesía.
Desarróllalo
Una vez lo descubras, desarrolla tu Ikigai.
Las obligaciones del día a día, la falta de tiempo, seguramente te lleven a dejarlo en segundo plano, incluso a olvidarte de él, pero ahora que ya lo tienes, no dejes que se difumine.
La clave está en darle espacio, dejar que se muestre, se exprese. Ayúdale a que crezca y aporte a los demás.
Si lo tuyo es escribir, dedica cada mañana a unos minutos, dale rienda a tu talento y conecta con tu Ikigai. Si es hablar otros idiomas, aprende 5 palabras nuevas cada día y repasa las que aprendiste el día anterior.
Traza tu propio plan, es el secreto de una vida feliz y en plenitud.
Vamos a pasar ahora a la práctica. Fíjate en este gráfico.
- Pasión: es lo que amas hacer y eres bueno en ello.
- Misión: es lo que amas hacer y necesita el mundo de ti.
- Vocación: es lo que necesita el mundo de ti, junto con lo que sabes hacer y aquello por lo que te pagarían.
- Profesión: aquello por lo que te pagan y eres bueno haciéndolo.
Cómo aplicar el método ikigai
Dibuja 4 círculos, como ves en la imagen, y coloréalos cada uno con un color distinto.
En el primer círculo escribe todo aquello que amas hacer. Escribe sin juicio lo que más te gusta y te hace sentir tan feliz.
En el segundo círculo escribe todo aquello que se te da hacer bien. Anota aquello que desarrollas de forma natural, eso que te resulta tan fácil y haces sin ningún esfuerzo.
En el tercero, escribe las habilidades que tienes y por lo que estarían dispuestos a pagarte. Pueden ser también conocimientos que has ido adquiriendo con los años, aprendizajes, experiencia.
En el cuarto círculo escribe todo lo que serías capaz de hacer por los demás, por ayudar a la humanidad, al mundo; aunque no te pagasen por ello. Aquello que harías de forma voluntaria y contra cualquier contratiempo, como reforestar un bosque, salvar especies en extinción, enseñar a leer y escribir a niños con dificultades..
Finalmente une los círculos y observa las áreas coincidentes entre ellos. Ahí tienes todas las pistas. Donde confluyen pasión, misión, vocación y profesión está tu ikigai.
¿Has encontrado tu ikigai?
Ahora tan sólo observa tus círculos y lo que has escrito en ellos.
¿Tus 4 pilares están en equilibrio en tu vida o sólo estás en alguno de ellos?
¿Coincide cada uno de los aspectos de tu vida con lo que estás haciendo justo en estos momentos?
Si algo no está funcionando, empieza a cambiarlo. Dar el primer paso, sólo depende de ti.
Y recuerda, estás en tu ikigai cuando todo fluye con armonía y equilibrio.
Ikigai empresarial
El Ikigai no sólo está en las personas sino también en las empresas y organizaciones.
Porque el Ikigai no es completo si no va de la mano del servicio a los demás, su contribución al mundo, más allá del crecimiento económico, su razón de existir es ayudar a otros a que su vida sea más fácil, más bonita, más feliz y más grande.
A mi modo de ver, el ikigai empresarial es el verdadero motivo por el que las empresas que lo manifiestan tienen una vida más larga, sostenible y robusta.
Si te encuentras con alguna dificultad, estoy aquí para ayudarte, éste es mi Ikigai.
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