Empezó siendo algo que practicaban en el mundo Oriental con connotaciones espirituales y religiosas, pero con el paso de los años fue evolucionando y adaptándose a las necesidades del mundo Occidental y hoy meditar se ha convertido  en uno de los mejores entrenamientos de la mente para reducir el estrés y aprender a gestionar las emociones.

Orígenes de la meditación

Los textos más antiguos que prueban la existencia de la meditación son los llamados textos védicos o vedas, escritos en India y datan del II milenio antes de Cristo.

Veda significa conocimiento y ese fue el origen de la meditación hinduista. Consistía en poner atención de forma concentrada en un objeto y repetir continuamente un mantra o palabra sagrada. De esta forma se encaminaba la mente hacia la comprensión del cosmos, era una contemplación espiritual.

La meditación hinduista fue evolucionando, impregnando al judaísmo y al cristianismo y con ello llegó al mundo Occidental. Meditar viene del latín es meditatio, significa pensar antes de hacer algo; en otras palabras, tener una actitud reflexiva y prudente.

En Europa la meditación se practicaba como un acto religioso, representaba la unión con Dios y por ellos muchos se retiraban al desierto o a la montaña para poder meditar como en Oriente, así lo hacían los monjes y monjas en la Edad Media, apoyándose además en los textos sagrados.

Con el paso de los años la espiritualidad se fue perdiendo en un mundo cada vez más acelerado y moderno, hasta que hacia la década de los 60 el movimiento hippie quiso recuperar esas prácticas espirituales orientales para revelarse contra el materialismo y falta de espiritualidad.

En la actualidad la meditación se encuentra cada vez más presente en la vida cotidiana de las personas y las empresas.

Beneficios de la meditación

  • Mejora tu atención y aumenta tu concentración.
  • Te vuelves más productivo y sabes cómo gestionar mejor tu tiempo.
  • Tu mente se vuelve más calmada, tranquila y sosegada.
  • Ves con más claridad y perspectiva, aprendes a gestionar tus emociones de forma saludable.
  • Sabes cómo permanecer en tu centro por más desafiante que sea la situación en la que estés.
  • Aumenta tu intuición, te vuelves más empático y comprensivo.
  • Mejora la comunicación contigo y con los demás.
  • Construyes relaciones más armónicas y equilibradas.
  • Te vuelves más compasivo, paciente y resiliente.
  • Sabes cómo convertir las dificultades y obstáculos en palancas para crecer y alcanzar tus objetivos

Cómo empezar a meditar

Para empezar a meditar encuentra un lugar tranquilo: puede ser en casa, en el exterior o en plena naturaleza.

Adopta una postura cómoda, con la espalda erguida, que te permita mantenerte cómodo y atento durante el tiempo que dura el ejercicio.

Deja tus pies planos sobre el suelo, los brazos relajados y las manos tranquilas sobre tus piernas.

Cierra tus ojos o mantén tu mirada baja para ayudarte a empezar el viaje hacia tu interior.

Escucha el sonido de tu respiración, haz cada respiro más amplio y más profundo.

Nota como cada vez que respiras tu cuerpo se va relajando, se va aflojando, y empiezas a soltar tensión.

Observa cómo a medida que tu cuerpo se relaja, tu mente también se calma, se hace más tranquila y más clara.

Es normal que aparezcan pensamientos no estás aún acostumbrado a parar, a dejar de hacer. Acepta que surjan pero no te vayas con tus pensamientos, déjalos pasar como si fueran nubes que pasan, ya tratarás con ellos más tarde.

Acompaña amablemente la atención de nuevo a tu respiración y sigue respirando cada vez más lento, más largo y más profundo.

Disfruta de estos momentos de quietud, de relajación profunda, de estar contigo aquí y ahora, en este momento.

Y si vuelve a aparecer un nuevo pensamiento, una imagen, déjalo pasar y vuelve a poner atención a tu respiración.

Agradece todo lo que tienes en este momento, la experiencia tal como es en este precioso instante.

Todo es como tiene que ser.

Sigue respirando unos minutos más y cuando tú lo decidas, empieza a poner tu atención hacia afuera, mueve tus piernas, tus brazos, las manos, tu espalda, la cabeza y por último, abre tus bonitos ojos y regresa.

Ahora ya estás preparado para volver a la actividad, y si lo deseas, observa qué ha cambiado desde que empezaste el ejercicio de meditación.

Me encantará saber cómo ayudarte más, escríbeme y cuéntame tu experiencia.

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Consultora de RRHH y formadora. Experta en Bienestar corporativo y desarrollo del Liderazgo consciente. Economista, Coach, PNL, instructora de Mindfulness y meditación

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