Si tuviera que elegir la frase ganadora que más oigo a diario sería “no tengo tiempo”
Y es que llenamos nuestras agendas de un sinfín de actividades que no nos dejan casi ni respirar.
Lo curioso es que no siempre son actividades físicas o de relacionarnos con los demás, sino pensamientos y pensamientos que avivan nuestra actividad mental.
Y la clave es darte cuenta. Este es el primer paso para hacer cambios.
Fíjate,
Si eres de los segundos, te diré todo empieza por calmar tu mente; en pocas palabras, en pensar menos y pensar de calidad.
Pero empieza poco a poco. Unos pocos minutos al día en tus propias rutinas, son suficiente.
Hoy te comparto 5 microprácticas, pueden convertirse en un juego estimulante y placentero cada vez que consigas estar unos segundos en el momento presente:
Silencio en los primeros minutos del día
Por la mañana, aún en la cama, toma consciencia de tu respiración. Y aún con los ojos cerrados, recorre tu cuerpo, ¿cómo te sientes?
Empieza a moverte poco o poco, levantándote sin prisa, deja la actividad mental para más adelante.
Pon atención a los pasos que das sobre el suelo, consciente de tu pisada, de las sensaciones que percibes, del contacto con tu ropa; y relaja tu atención.
Medio minuto es suficiente para sentir el placer de estar presente frente el automatismo.
Disfruta de una ducha consciente
Aprecia la temperatura del agua, el olor del jabón, la suavidad con el contacto de tu piel, la sensación de las gotas que se deslizan por tu cuerpo.
Puedes convertir esta rutina en un ritual lleno de estimulantes sentidos.
Desayuna con calma
Abre el paquete de té o de café y respira el aroma que desprende durante unos segundos.
Prueba unos cereales. Nota el sabor de la fruta fresca en tu boca, la dulzura de la miel, la salivación de los copos de avena, el contacto con la lengua, el paladar.
Disfruta de unos segundos con plena conciencia, y luego relaja la atención.
Vístete y prepárate para salir
Elige tu ropa, nota la textura de cada prenda, el tacto que tiene, las sensaciones que te transmite.
Nota cómo unos instantes de presencia modifican tu humor.
Ya en la calle, el cielo en lo alto es azul, limpio, con pequeñas nubes blancas a lo lejos y estelas dejadas por un avión.
Llega al trabajo sin prisas
Date unos pocos segundos para darte cuenta qué le dices a la primera persona ves.
¿Puedes mirarla verdaderamente unos instantes?
Fíjate cómo suena tu voz, percibe el desplazamiento de tu cuerpo en el espacio; y suelta tu atención, relaja.
Al final de la jornada ¿cuántas veces te habrás comunicado de forma consciente y presente con los demás?
El secreto está en la práctica diaria. Después de varias semanas te habrás dado cuenta que tu presencia genera un impacto positivo en ti y en los demás; y tu vida se ha vuelto más armoniosa.
Si quieres saber cómo estas microprácticas pueden ayudarte a gestionar mejor tus emociones, este artículo puede interesarte.
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