Desde las mariposas que sientes en el estómago cuando te encuentras con ese alguien tan especial hasta el dolor de una profunda tristeza inesperada, puedes notar cómo las emociones se encuentran en tu cuerpo de forma natural. Es la sabiduría innata que tiene el cuerpo y el movimiento consciente te ayuda a darte cuenta.

Y es que cuando eres capaz de permanecer con curiosidad observando lo que hace en cada momento, aumenta tu capacidad de gestionar las emociones con mayor habilidad.

Tu cuerpo te habla, aunque no siempre le prestes atención

Ya sea mientras paseas por el parque o las calles de tu ciudad, en la montaña, levantas peso o estirar tu cuerpo sobre la esterilla; poner plena atención a tu cuerpo, al movimiento, te permite darte cuenta y empezar a comprender sus señales.

Hoy te comparto 3 prácticas de movimiento consciente para tu vida diaria que pueden ayudarte.

Empieza suave el movimiento consciente

El movimiento consciente hace que dejes de ir el “piloto automático” y de ese modo es más fácil conseguir calma y tu mente entonces se vuelve más clara.

Si quieres empezar a practicar, encuentra una posición cómoda sobre la silla o siéntate en un zafú sobre el suelo. Tal vez sea con las pernas cruzadas, rectas y estiradas o juntando las plantas de tus pies, no importa. Adopta la que tu cuerpo te pida en este momento.

Cierra los ojos para ayudarte a “ir hacia dentro” y disfrutar de esta experiencia o si lo prefieres, mantén tu mirada baja.

Inhala por la nariz y exhala por la boca unos minutos, permite que tu cuerpo se vaya soltando con cada respiración.

Al inhalar, levanta los brazos hacia el cielo y estírate cada vez un poco más. Respira unos segundos y relaja.

Vuelve a inhalar, levanta de nuevo tus brazos e inclina tu torso hacia la derecha. Estira tu cuerpo un poco más haciendo espacio en el lado izquierdo de tus costillas. Y descansa.

Ahora inhala de nuevo y repite lo mimos hacia el lado izquierdo, haz espacio en el lado derecho de tus costillas y respira.

Descansa unos segundos y nota las sensaciones de tu cuerpo.

Planta ahora tus pies sobre el suelo, cruza el tobillo derecho sobre la rodilla izquierda. Presiona tu muslo derecho con la mano derecha, respira lentamente y observa las sensaciones de tu cuerpo, deja que se relaje.

Con una exhalación deshaz la postura y repítela con el lado contrario.

Termina tumbado sobre el suelo, nota el peso de tu cuerpo sobre la tierra y respira. Gira las palmas de las manos hacia arriba, deja que tus piernas y pies caigan hacia los lados de forma natural. Permanece unos minutos inhalando y exhalando por completo.

Antes de terminar, observa qué ha cambiado desde que empezaste el ejercicio. Escucha qué te dice tu cuerpo.

Practica el poder de la exhalación prolongada

Cuando alargas la respiración invitas a tu cuerpo a la relajación, a dejar ir tensiones, a aflojar la intensidad.

Las exhalaciones más largas envían una señal a tu cerebro activando tu sistema nervioso parasimpático, el que tiene que ver con la relajación y el descanso; y desactivan el sistema nervioso simpático, el que tiene que ver con la acción, la lucha, el ataque o la huida.

Y es que el poder de la exhalación prolongada te permite volverte más resistente y encarar de forma saludable las situaciones por más desafiantes que sean. Aprovecha el potencial del movimiento consciente.

Descansa en el movimiento de la naturaleza

Ve a la naturaleza, pasea consciente durante unos minutos. Desconecta de todo lo demás para conectar con tus sentidos y experimentar las sensaciones en tu cuerpo.

Date cuenta de los colores que ves, las distintas tonalidades de verdes, marrones, ocre, rojo-morado. Sólo observa las distintas gamas de colores, las distintas formas y tamaños de las hojas sobre el suelo, las ramas de los árboles, sus troncos.

Percibe los olores del lugar en el que estás, tal vez de campo recién segado, de la humedad del rocío de la mañana o de la lluvia, nota el olor de las plantas, las hierbas y los árboles, la vegetación en su conjunto.

Escucha los sonidos, aquellos que están a lo lejos, más allá de donde te encuentras en este momento. Siente el silencio, escucha los sonidos más cercanos, tal vez las alas de los pájaros que sobrevuelan, el canto en lo alto, el movimiento rápido de alguno de los animales que habitan en ese lugar.

Nota las sensaciones del tacto de tus pies sobre el suelo, el peso de cada una de tus pisadas, el contacto de tu piel con la ropa que llevas.

Y puedes acercarte a uno de esos árboles y acariciarlo con la palma de tu mano. Nota las sensaciones, la temperatura que tiene, su rugosidad. Y si lo sientes, abrázalo. Siente tu conexión con la tierra y respira el tiempo que necesites disfrutando del momento presente.

Si quieres ver otro ejercicio para saber cómo regresar al “aquí y ahora” de forma fácil y liberar el estrés, este otro artículo te puede interesar.

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Consultora de RRHH y formadora. Experta en Bienestar corporativo y desarrollo del Liderazgo consciente. Economista, Coach, PNL, instructora de Mindfulness y meditación

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